EFECTOS DEL DEPORTE EN EL COVID-19

Cuando dejamos de hacer actividad física empieza a disminuir nuestro sistema inmunológico. 

Según un estudio desarrollado por cardiólogos del Instituto Cardiovascular del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, mantener una actividad física regular aumenta hasta en ocho veces las posibilidades de supervivencia en los pacientes COVID-19 respecto a aquellos que llevan una vida sedentaria.

El objetivo del estudio consistió en analizar retrospectivamente la influencia que el nivel de actividad física podría tener en la evolución de la enfermedad durante la infección por covid-19.

En este estudio participaron 520 pacientes, con edades comprendidas entre 18 y 70 años de edad y fue realizado entre el 15 de febrero y el 15 de abril de 2020 en el propio hospital de la Comunidad de Madrid.

Los datos fueron recogidos a través de encuestas telefónicas realizadas a los pacientes, o a sus familiares más allegados. En ella, se valoró el estado de su condición física conforme a la escala RAPA (Rapid Assessment of Physical Activity Scale) de la Universidad de Washington, que mide la intensidad aeróbica del ejercicio físico así como la fortaleza muscular y la flexibilidad entre otros parámetros.

En la encuesta, que contaba con 7 categorías, se ha preguntado sobre el ejercicio mantenido con un límite de esfuerzo de 30 minutos moderados más de 3 veces a la semana o más de 20 minutos intensos. “Los pacientes más sedentarios tuvieron un tiempo de ingreso mayor respecto y peor evolución, debido a más insuficiencia respiratoria, mayor síndrome de respuesta inflamatoria, y mayor mortalidad al compararlos con aquéllos con más actividad física”.

Los resultados del estudio fueron concluyentes: el grupo que mantenía una actividad física constante, ligera o moderada, presentaba un riesgo de mortalidad del 1,8% frente al 13,8% del grupo con un estilo de vida sedentario; es decir, que las personas que hacen ejercicio regularmente tienen hasta ocho veces más probabilidades de supervivencia que las sedentarias.

También se comprobó que entre el grupo de las personas con un estilo de vida sedentario, comparado con el grupo más activo, había un mayor porcentaje de fumadores (6,7% por 3,6%) y de obesos (23,6% por 16,1%) respectivamente; y también se observó en las personas sedentarias una mayor tasa de insuficiencia respiratoria (53,9% por 35,9%), mayor insuficiencia renal (14,5% frente a 6,3%), de síndrome de respuesta inflamatoria y mayor estancia hospitalaria.

También hay que destacar que aquellas personas con menos actividad suelen tener más enfermedades y muchas veces son estas las que suponen una limitación para el ejercicio.

¿Cuánto ejercicio hay que realizar?:

La práctica de ejercicio física de forma habitual puede condicionar la gravedad de la infección por coronavirus, junto a la edad, el exceso de peso, la hipertensión, el asma, la diabetes, el consumo de tabaco, la insuficiencia renal y otras enfermedades crónicas.

Se trata de realizar ejercicio moderado, lo cual bien puede ser una caminata a ritmo rápido por lo menos media hora. Todo depende del gusto de cada uno, también sirve correr, nadar, andar en bicicleta… todo lo que ponga en marcha nuestros pulmones y nuestro corazón.

30 minutos de actividad cinco días a la semana o 150 minutos a la semana como caminar, correr, montar en bicicleta y hacer ejercicios de fortalecimiento, pueden tener un gran impacto en la inmunidad a enfermedades infecciosas como la COVID-19.

La práctica de ejercicio físico puede llegar a suponer una disminución del 31% del riesgo de padecer enfermedades infecciosas como el COVID-19, una disminución del 37% del riesgo de muerte como consecuencia de enfermedades infecciosas como el COVID-19 y un aumento de la eficacia de la vacunación contra enfermedades víricas como el COVID-19.

Los beneficios siempre son mayores si se realiza ejercicio durante más tiempo.

También se recomienda añadir ejercicios de fuerza 2 ó 3 veces a semana. Los ejercicios de fuerza no producen un entrenamiento cardiovascular pero sí de fortalecimiento de músculos y  huesos, y mejora la salud psicológica y la calidad de vida de cualquier persona.

Y NO OLVIDEMOS EL EJERCICO FISICO TERAPEUTICO…MUY RECOMENDABLE:

Se trata de realizar ejercicios específicos encaminados a restablecer las capacidades funcionales afectadas trabajando la mejora de la capacidad respiratoria.

El ejercicio físico terapéutico en combinación con intervenciones de carácter respiratorio, ha demostrado ser efectivo en enfermedad pulmonar obstructiva crónica, fibrosis quística, asma bronquial o en pacientes posquirúrgicos, por lo que puede resultar interesante evaluar su eficacia como herramienta en la prevención de complicaciones graves secundarias a la COVID-19.

Este artículo ha sido elaborado con información extraida de:

  • www.gacetamedica.com
  • www.mundodeportivo.com
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